Cultura

Whiskey Myers: semblanza de un nuevo fan de la banda texana que suena en Yellowstone

Escucharlos con frenesí, hace que nos encontremos parados "en una autopista de una sola mano" que nos conduce a bandas como Lynyrd Skynyrd, Eagles, The Allman Brothers e incluso Creedence Clearwater Revival, dice el autor.

La banda liderada por Cody Cannon tiene 6 álbumes editados.

Seguramente te sucedió más de una vez. Y no solo con la música.

Pudo haber sido una película, una serie, algún escritor en particular.

Esas reconfortantes sensaciones de sorpresa y fascinación no saben de límites ni horarios. Por lo menos para el melómano medio que no soporta estar sin escuchar y sin descubrir nuevas cosas. Nuevos sonidos.

Una semana quizás fue un solista británico. Otra, una banda de ska; otra, el nuevo cancionero argentino de los 60’s y la siguiente banda de sonido de películas de culto.

Puede ser cualquier cosa, género musical u otra expresión artística.

Todo dura una semana, quizás diez días y luego, según el nivel de disfrute o desilusión, pasará a ser un recuerdo de algo agradable o se constituirá en tu nueva banda favorita.

Incluso acontece con artistas que ya conocés perfectamente, pero tu cuerpo pide dosis ya, porque hace mucho no la escuchás o vaya uno a saber qué recuerdo te trajo.

Hay indicios de que estás disfrutando esas canciones cuando comenzás a sopesar la posibilidad de dejar los sonidos que brinda el celular y abordar el disco físico. Y así engrosar tu colección de discos.

Los texanos Whiskey Myers son la banda que me provocaron eso.

Según su líder, Cody Cannon: “Somos un grupo de redneck tratando tocar rock and roll”.

Ellos son:

  • Cody Cannon en guitarra acústica y voz.
  • John Jeffers guitarra slide.
  • Jeff Hogg en batería.
  • Tony Kent en percusión.
  • Jamey Gleaves en bajo.

6 Álbumes editados. De los cuales su quinto álbum es el más vendido.

Ya los conocía, pero el hecho de devorar capítulos de la serie de Paramount “Yellowstone” hizo que los redescubriera en una escena donde la atractiva Kelly Réilly, interpretando a Beth, en un pub lleno de humo y vaqueros de Montana, era abordada por un cowboy.

Y al fondo del local, sobre un escenario pequeño, están los Whiskey Myers que impregnan la atmósfera de southern rock tocando Frogman.

¡Qué geniales sonaban!

Ya estoy dentro, ahora no puedo parar de escucharlos.

El Country Rock (o rock sureño, americana, folk o bluegrass) es quizás, o al menos en mi caso, géneros asociados a viejas road movies, westerns de los 60’ y 70’.

A una infancia en blanco y negro y al acto de levantarse a cada rato del sillón para cambiar de canal.

Más cercano a la adolescencia, uno fue descubriendo otras cosas, como Black Crowes quizás hermanos mayores de los Myers, y más tarde, retrocediendo aún más en el tiempo y con el entusiasmo en el aire, descubrimos a sus padres o quizás abuelos.

Lynyrd Skynyrd, Eagles, The Allman Brothers e incluso Creedence Clearwater Revival.

Sin detenerse a responder a qué género pertenecen, los Whiskey Myers, el escucharlos con frenesí, hace que nos encontremos parados en una autopista de una sola mano que nos conduce a estas bandas recién nombradas.

Con Palestine, Texas, como lugar de alumbramiento y con 17 años de trayectoria, los Myers han logrado hacerse un nombre y compartir giras con gente como Chris Stapleton, el genio de Kentucky, que además compartieron productor artístico, Dave Cobb.

Por otra parte, a esa imaginaria autopista la cruzan calles en las que uno puede parar y descubrir contemporáneos como Blackberry Smoke, The Steel Woods, The Cadillac Three, etc.

Un movimiento rápido al teclado y este me explica sintéticamente 7 discos editados y 15 años de trayectoria.

Y el “This is a Whiskey Myers” de la famosa plataforma actúa como un Grandes Éxitos que nos muestran más o menos el camino.

Empiezo la escucha. Tema tras tema. Van canciones pasando como postes en una ruta, pero me detengo, asumiendo que no es la manera adecuada de escuchar con atención. Necesito saber más de la canción que escucho con regocijo.

Es “Ballad of a Southern Man”, de linaje country alternativo y cuya letra habla de “banderas sureñas, de gente obrera que aprende a disparar, silba Dixiland y la sangre sobre la mesa”.

En forma aleatoria, sigue “Bitch”. Intro sureña y un fraseo de Codey Cannon que explota antes de entrar a la siguente estrofa. Es rock puro y para levantar.

Sin parar de escuchar y sabiendo que la repetición forma un hábito, comparo, cotejo influencias y datos y sigo hasta “Bar, Guitar and a Honky Tonk”. Sonido de cuerdas estiradas. Guitarra slide. Otra una gran canción.

Lonely East Texas Nights, Bury My Bones, Little More Money, Mission to Mars y un extenso cancionero terminan de configurar esta pulsión irrefrenable de querer escucharlos todo el tiempo.

Como “nuevo fan” comparto en redes y espero que mis cortesanos virtuales compartan mi fascinación nueva. Experimento adhesiones y rechazos más o menos fundamentados.

Unos demuestran su erudición musical y otros carecen de ella. Como dijimos antes, el árbol genealógico parece no tener fin y muchos de mis “colegas anónimos” me guían por las ramas de ese árbol hasta artistas como Neil Young, Hank Williams e incluso Stevie Ray Vahugan y muchísimos más.

Quizás, interiormente, me propongo impugnar el mito de que a más edad, menos sorpresa. Que ya nada hará despertar el Teen Spirit de seguir a un artista por un determinado tiempo, olvidarlo y luego volver con auténtica pasión.

Que hubo un tiempo que fue hermoso y fuimos libres de verdad, que ayudó a solidificar nuestro amor por la música en un tiempo y contexto irrepetibles. Clima y olores.

Sonidos y texturas. Paisajes rurales. Estados y Condados, Sheriff, Películas de John Ford.

Banjo y violines.

Obviamente, no tengo idea de qué banda o artista acaparará mi atención y modificará de manera enfermiza mis costumbres cotidianas.

Hoy son estos texanos que suenan geniales.